El 24 de marzo, unos pocos meses antes de las elecciones previstas para renovar todas las autoridades, se produjo el golpe oligárquico de 1976.
Esta acción, que contó con una inmensa protección mediática, vino a instalar un plan económico social, para el que era necesario establecer una fuerte represión contra el pueblo y sus organizaciones. También era necesario encarnizarse con la organización política, social, cultural y religiosa en su conjunto.
Este plan fue ejecutado por José A. Martinez de Hoz (Sociedad Rural, Acindar), quien fue acompañado en la tarea de gobierno por los ejecutivos en jefe (CEOs) de los principales grupos económicos nacionales y extranjeros, comenzó con una fuerte devaluación, seguida del restablecimiento y profunda subordinación a los organismos internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial y el sistema financiero internacional), la eliminación de todos los controles de precios, la contratación de un fuerte endeudamiento externo, la “liberalización” del sistema financiero, la pérdida del valor adquisitivo de los salarios, la reducción del Estado, acompañado por una gran cantidad de despidos, la apertura indiscriminada de las importaciones, el descrédito de la producción nacional, el dar prioridad a la actividad agropecuaria sobre la industrial y otras políticas concomitantes que eliminaron la capacidad del Estado, destruyeron el trabajo y rasgaron profundamente a la sociedad argentina.
Las consecuencias sociales fueron la exclusión, el vandalismo y la marginación de amplios sectores de la población.
Esta decadencia nacional concluyó con el estallido del 2001, el hambre y la miseria para miles de argentinos, el desmoronamiento del aparato productivo, el avance de las sectas, las drogas y la consiguiente destrucción del tejido social argentino.
Para quienes lo vivimos es bueno recordar, para quienes no, es bueno conocer y comprender, para todos es bueno reflexionar y comparar…
San Martín, 24 de marzo de 2016
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